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Álvaro Pumares Antequera

Entrevista a Pepe Antequera

 

Desde niño ya tuve vocación parlanchina. Tenía una extraña facilidad para comunicarme con la gente. Recitaba con soltura y garbo, y sabía que mis maneras de decir llegaban a la audiencia. Empecé en Radio Miramar, más tarde en Radio España, Radio Peninsular, Radio Barcelona y vuelta a Cope Radio Miramar. En el 2000 me jubilaron, que no me jubilé, mi voz -que no es ningún mérito sino condición natural- hizo que junto a la experiencia de vivir en pareja con el micrófono, -la alcachofa como decimos los antiguos- facilitara mi acceso al mundo del doblaje.

¿Escogió la radio o la radio le escogió a usted?

 

¿Usted escogió nacer, o fueron sus padres quienes así lo decidieron?

¿El locutor, nace o se hace?

 

Lo que nace siempre es la esencia, el aroma y el don, pero sin saber conjugar el verbo hacer, es decir, la voluntad y el empeño de acción, nada se hace.

La radio de ahora, ¿se parece a la de antes? ¿Qué radio se hacía en sus tiempos de locutor?

 

Solo en esencia. En mi época era algo más íntimo, más familiar y con una gran magnitud de efecto. Tenga en cuenta que en mis tiempos, para dar credibilidad a una noticia la gente decía "Es verdad, lo han dicho en la radio"

¿Le convence la radio que hoy en día se ofrece al público? ¿Echa de menos algo?

 

Solo en parte. A más medios técnicos, menos esfuerzo e imaginación. Antes la noticia se buscaba, ahora y gracias a los avances, te la dan servida y a veces manipulada.

¿Cómo definiría la esencia de la radio en una sola frase?

 

Para mí sigue siendo -aunque menos- el mágico encanto de lo invisible.

Pasión y esfuerzo. ¿En qué proporción diría usted que se encuentran estos dos factores en la fórmula del éxito?

 

Ambos deben ir cogiditos de la mano. Si cada uno va por su lado el motor emocional falla, se aleja, se oxida. Ambos deben ir cogiditos de la mano. Si cada uno va por su lado el motor emocional falla, se aleja, se oxida.

No piense en el éxito. Piense en cambio, en la sinceridad de su esfuerzo. Todo lo demás se da por añadidura.

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